—No es nada, Ivan —dijo Briena suavemente, bajando sus ojos llorosos como si intentara esconder sus lágrimas.
Ivan se volvió hacia Natalie, quien todavía miraba a Briena con desprecio como si una bofetada no hubiera sido suficiente. —¿Por qué la abofeteaste?
—No tengo que responderte a ti —replicó Natalie, dirigiendo su ira hacia él también.
—No te enojes con él —interrumpió débilmente Briena, asumiendo el papel de víctima—. Ya me has bofeteado y te perdono por eso.
—¿Necesito tu perdón? —Natalie respondió con ira, su voz helada llena de advertencia—. Si algo le pasara al abuelo, me aseguraré de cavar una tumba junto a la suya y enterrarte allí para que puedas seguir disculpándote con él incluso después de morir.
Briena se estremeció visiblemente ante la amenaza de Natalie, aferrándose a la mano de Ivan como si buscara protección de la ira de su hermana. —Lo... lo siento...
—Más te vale —cortó Natalie antes de voltearse para irse.