—Justin, Natalie, ¿por qué no van y bailan? —sugirió Alberto, con una sonrisa cálida en su rostro—. Nunca los he visto bailar juntos como pareja.
Natalie miró a Justin, preguntándole silenciosamente qué pensaba.
—Deberíamos hacer lo que el señor Ford dice —respondió Justin, levantándose y extendiendo su mano hacia ella—. ¿Vamos?
Natalie miró a su feliz abuelo y luego tomó la mano de Justin, levantándose para unirse a él. Aunque sabía que haría feliz a su abuelo, tampoco le importaba bailar con Justin.
Mientras caminaban para unirse a las otras parejas en la pista de baile, todas las miradas se volvían hacia ellos y susurros envidiosos llenaban la habitación.
—Tiene el descaro de presumir a su pobre esposo. Todo lo que tiene es su apariencia, nada más.
—Apuesto a que incluso la ropa que lleva es alquilada.
—¿Si quiera sabe bailar?
—Los gigolós están entrenados para complacer a mujeres ricas. No lo subestimes.