Ramsey
El momento en que vi a Lyla parada en la entrada del salón del funeral esa mañana, había requerido de cada gramo de autocontrol para no acercarme a ella y por una vez... Estaba agradecido por la naturaleza burguesa del atuendo de ceremonia del Líder Licano que llevaba puesto, ya que ayudaba a cubrir mi erección.
La asustada y ojigrande niña de hace cuatro años se había transformado en una mujer con unos pechos turgentes pero llenos que estaban delineados en el vestido de luto que llevaba puesto. Sus antes estrechas caderas se habían ensanchado, enmarcando unas nalgas perfectas, que me hacían visualizar montándola desde atrás y azotando esas mejillas.
Y dioses... ¡su cuello! Esbelto, elegante... me recordaba la forma en que lo había arqueado; el día que la marqué en el jardín. Lax, estaba prácticamente aullando ante la vista de ella, instándome a reclamar lo que era legítimamente nuestro —para abrazarla, besarla y marcarla como nuestra pareja una vez más.