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Lyla
En cuanto ella se marchó, Nathan bajó las escaleras, colocando una mano reconfortante sobre mis hombros.
—¿Estás bien? —preguntó.
—¡Sí! —Asentí girándome hacia él—. Lo siento, no quería enojarme, pero es difícil no hacerlo. Vino a acusarme de crímenes que no cometí.
Él asintió en silencio, sosteniendo mi rostro entre sus manos. Olía a champú fresco y colonia... incluso ahora, mi corazón se alteraba un poco mientras su rostro se cernía sobre mí. No podía negar que se veía apuesto porque realmente lo estaba.
Su cabello estaba peinado hacia atrás, resaltando las facciones de su rostro… Sus ojos azules veraniegos me brillaban con picardía… muy diferentes a los de Ramsey que eran de color ámbar… Si mi memoria no me falla, él era casi dos o tres pulgadas más bajo que Ramsey y...
Pausé mis pensamientos al darme cuenta de lo que estaba haciendo.