Lyla
Después de dejar a Nathan en el baño, mi rostro todavía estaba sonrojado de vergüenza.
Esta fue la primera vez que dejé entrar a un hombre a mi casa y no sabía qué sentir sobre mi amigo, confesando de repente que me consideraba una mujer. En ese momento, sonó mi teléfono: era Nana.
—¿Nathan ya llegó? —preguntó con emoción en su voz.
—¿Este era tu plan desde el principio? —bufé—. Podrías haberme avisado. ¿Sabes cuánto me sorprendí cuando apareció frente a mi oficina?
—¡Yo estaba más sorprendida que tú, Lyla! —La escuché suspirar soñadora—. Nathan se ha convertido en un hombre tan guapo y por un momento, mis pensamientos se dispararon. No estaría mal que tú y él se casaran, sabes. Al menos él ha sido tu mejor amigo desde siempre.
—Él es el Heredero Alfa, Nana… no va a abandonar sus deberes por mí además solo somos amigos, nada más.