Mientras Faye miraba a Kalandra, sentía curiosidad por lo que la había llevado a su habitación a una hora tan tardía. Su reacción inicial fue suponer que algo había salido mal durante la batalla.
—¿Está todo bien? —preguntó—. ¿Le pasó algo a Sterling? Se notaba la preocupación en su tono. Los ojos de Faye escudriñaron el rostro de Kalandra en busca de algún signo de angustia. Un escalofrío recorrió la piel de sus brazos mientras esperaba la respuesta del mago.
—La batalla en el suelo ha terminado, pero no la que tiene lugar dentro de la cabeza de tu esposo.
Faye inclinó la cabeza, frunciendo el ceño ante el extraño mensaje que el mago acababa de pronunciar.
—¿A qué te refieres? ¿Batalla en su cabeza?
Kalandra esbozó una sonrisa gentil y extendió la mano, con la palma hacia arriba, para que Faye la tomara. —¿Por qué no nos sentamos? Mis piernas están cansadas y estoy segura de que todo este estar de pie también te está cansando.