En los ojos del Duque, ningún mal acto quedaría impune, pero tampoco una buena acción quedaría sin recompensa.
Tenía una deuda que saldar con Corolla, la viuda, y su hija.
Al entrar en su estudio en el segundo piso, vio a la pequeña en el regazo de su madre jugando con su cabello.
La joven miró hacia arriba sorprendida al ver al Duque, y su sonrisa vaciló mientras se echaba hacia atrás al verlo, girando su rostro lejos de Sterling y escondiéndose en el hombro de su madre.
Podía ver cuán asustada estaba cuando él estaba en su presencia. Pero hoy, esperaba arreglar eso y mucho más para la mujer y su preciosa hija.
Se sentó detrás de su escritorio y fijó su mirada en Corolla. —Gracias por tomar esta reunión conmigo. Sé que todavía sienten miedo y molestia por lo ocurrido —dijo él.