André besó a Mielle con cariño en la parte superior de su cabeza. Sabía que ella enfrentaba una tarea ardua cuidando a la Duquesa y cumpliendo las exigencias del comandante —Mmm... Veo...
—Entonces atiende mi consejo y asegúrate de hacer lo que el comandante pide. No tolerará que sus órdenes sean ignoradas. Pero también intenta averiguar qué hará feliz a la Duquesa y más cómoda en esta situación.
—Desafortunadamente, estás atrapada en medio y necesitarás hacer de abogado del diablo si deseas evitar quedar en un predicamento entre ambos. Simpatizo contigo por estar atrapada en una posición tan difícil.
Mielle agradeció a André por su consejo —Gracias. Has sido de gran ayuda. Se puso de puntillas y depositó un beso en la mejilla de André. Y observó cómo el caballero gigante se sonrojaba.
—Es un placer —susurró él, inclinándose para plantar un delicado beso en los labios de Mielle.
—¿Cuánto tiempo más vamos a seguir escondiéndonos en las esquinas de esta manera? —preguntó ella.