La vista de Faye en este estado problemático llenó a Mielle de una profunda inquietud. Quería ayudarla a sentirse más en paz de cualquier manera que pudiera.
Además, la sirvienta entendía que cualquier tipo de estrés no era saludable ni para ella ni para el bienestar del bebé.
La joven sirvienta informó a Faye mientras ella estaba acurrucada en la silla, miserable —Espérame aquí. No tardaré en volver con nuestro té.
Mirando a la sirvienta, Faye respondió sarcásticamente —¿A dónde voy a ir?
Cuando Mielle dejó la habitación, Faye vio cerrarse la puerta desde el rincón de su ojo.
Tan pronto como sintió que el camino estaba libre, Faye se dirigió al armario y lo registró rápidamente para encontrar un vestido que pudiera usar.
Su vientre parecía redondearse más cada día, y cada vez era más difícil encontrar un vestido que le quedara.
Se puso el primer vestido que Sterling le había dado, el de terciopelo azul con zapatos a juego. Faye era muy apegada a este vestido, era su favorito.