El fuego rugía en la chimenea cuando un fuerte viento sopló por la chimenea, enviando brasas naranjas y brillantes espiralando como luciérnagas en el hogar. Mientras Faye se sentaba silenciosamente en la cama, cálida bajo las colchas, observaba a Sterling despertarse de su sueño.
Faye lo notó estirarse y sentarse erguido en la silla. Él la miró, notando que ella estaba despierta. Sin embargo, su frente estaba fruncida y una mueca tiraba de sus labios, mostrando su profunda preocupación.
—¿Puedes recordar lo que ocurrió esta tarde? —preguntó él.
Faye asintió, permaneciendo en silencio, y una vez más, desvió la mirada de él. Él pensó que ella debía sentirse bastante repugnada porque él era un dragón y no precisamente uno agradable.
Le dio unos momentos para que se orientara. El Duque pudo ver que ella misma acababa de despertar.