Sterling frunció el ceño ante la protesta de Faye —No puedes mejorar a menos que te tomes esto —levantó la pequeña botella, mostrándole la medicina.
Al verla, su rostro se torció en un gesto de disgusto —Es amargo —se lamentó patéticamente Faye.
Los ojos de Sterling se entrecerraron. Estaba tratando de mantener su aire de autoridad, pero Faye se lo estaba haciendo difícil. La vista de ella le hacía querer sonreír por lo adorable e infantil que era en ese momento. Sin embargo, sabía que no ayudaría a su caso ni conseguiría que ella tomara la medicina.
Estaba todavía débil, y pensó en lo fácil que sería dominarla y obligarla a tomarla. Pero también sabía que no era bueno hacerla sentir molesta, como ya le habían recordado aquellos que estaban aquí para sanar a Faye. Tenía que pensar en una manera de conseguir que tomara la medicina sin usar la fuerza.