Amalia tampoco lo sabía.
Siempre que los demás no la provocaran, con su personalidad discreta, las cosas podrían ser diferentes.
Sin embargo, su constitución parecía atraer problemas.
—Profesor, ¿puede pedirle a la escuela que posponga la misión? —preguntó.
—No es necesario. El juicio de la familia Rodríguez también está en la Zona de Desastre. En su Zona de Desastre, todavía puedes completar la misión mientras no hayan cambiado de ubicación —dijo el Profesor Frans.
Amalia se sintió aliviada con sus palabras.
—Gracias, profesor.
El profesor Frans hizo un gesto con la mano, indicando que podía irse.
Cuando Amalia salía de la oficina, escuchó una última frase desde atrás.
—Ten cuidado durante el juicio de la familia Rodríguez. No mueras allí. Sería vergonzoso para mí como tu mentor.
En efecto, su mentor era duro por fuera pero de buen corazón.
Con una sonrisa en los ojos, Amalia cerró la puerta detrás de ella.