Gustavo Herrera tampoco podía aceptarlo, pero sabía que tenían que considerar el panorama general primero.
No era el momento adecuado para actuar ahora.
Mientras ambos decidieron tragarse su orgullo, los espectadores que observaban a Amalia reparando los artefactos comenzaron a dispersarse uno tras otro.
Aquellos con Artefactos problemáticos los habían entregado a Amalia.
Ella les indicó que volvieran al día siguiente para recogerlos, así que ambos desconocían la situación de este lado.
La legión instalaba las tiendas para la noche y los soldados se turnaban para la guardia.
—¿Qué haces aquí? —Amalia acababa de terminar de montar su tienda cuando Kenny Lin entró sin ceremonias en su tienda.
—¿Qué tiene de malo que un esposo y una esposa duerman en una misma tienda? —Kenny Lin replicó con confianza.
—¿Quién ha dicho que somos esposos y esposa? Si quieres ser esposos, no me metas a mí —respondió Amalia con calma, su rostro no mostró ningún cambio en respuesta a sus comentarios.