—¿Qué has dicho? —Los tres chicos se enfadaron de inmediato, y sus ojos fulminaban a Javier Hernández como si pudieran lanzar llamas.
—¿Quieren pelear? ¡Estamos listos para eso! —Javier Hernández dio un paso adelante, diciéndolo sin miedo.
Si mostraba miedo, eso sería un chiste.
Aunque estas personas estaban en la misma clase, la persona más fuerte del Departamento de Armamento y el Colegio de Refinamiento de Artefactos estaban de su lado.
No quería creer que no podían enfrentarse a estas personas.
Amalia y Lucía Lopes permanecían en silencio, pero la mirada en sus ojos hacia estas personas llevaba un brillo escalofriante.
Fue la mirada de Amalia la que hizo que dudaran, una mirada como la que se le da a alguien que ya está muerto.
Varios chicos estaban rojos de ira y sofocados.
Era imposible que no temieran a Amalia y Lucía Lopes.
No obstante, si dejaban pasar este asunto, ¿cómo podrían luego levantar la cabeza con orgullo?