—Tendero, ¿ese Héctor sigue molestando? —Carlos había visto muchas tiendas que habían sido el objetivo de Héctor.
Sus métodos eran verdaderamente repugnantes, hasta alguien como Carlos no podía soportar presenciarlo.
—No te preocupes, no hay necesidad de prestarle atención —la actitud de Amalia hacia la persona que le daba este consejo todavía era bastante buena.
Carlos entendió inmediatamente la gravedad de la situación.
Era evidente que el tendero no había comprendido el alcance de las tácticas de Héctor.
Recordó, —Tendero, ten cuidado estos próximos días. Al rechazarlo, es probable que lo hayas provocado aún más. Es muy probable que contraataque.
—Está bien, lo sé —Amalia desestimó la preocupación.
Tras pensarlo un poco, añadió, —Si realmente quieres este artefacto, puedo vendértelo al precio de mercado. Considéralo un descuento por ser el primer cliente de la tienda.
Las emociones de Carlos, anteriormente un poco abatidas, fueron reavivadas por este mensaje.
Casi saltó de la emoción.
El precio de mercado era de un millón quinientos mil, aunque aún era un poco caro para él. Pero una diferencia de quinientos mil era un ahorro significativo.
—Gracias, tendero. Dame, eh, media hora —Carlos se apresuró ansiosamente a reunir los fondos.
Amalia permaneció impasible.
Media hora después, Carlos volvió y puso un pedido de manera decisiva.
Amalia le dijo que sería enviado a la mañana siguiente.
Después del entusiasmo inicial de Carlos, finalmente se tranquilizó y le pareció bastante increíble.
Había estado dudoso antes de contactar al tendero, sin embargo, después de su conversación, había hecho un pedido sin siquiera pensarlo dos veces.
No pudo evitar sentirse arrepentido y se dio leves golpecitos en la cabeza, esperando que el tendero no le hubiera engañado; de lo contrario, habría sufrido una pérdida considerable.
Amalia buscó información sobre la supuesta organización de certificación oficial en línea.
Era dirigida por Artífice, pero no tenía intención de buscar una certificación oficial.
Ella creía en dejar las cosas al destino, y lo más importante, no quería que Arturo se enterara.