Amalia sacudió su cabeza, dejando de entretener esos pensamientos poco realistas.
Al entrar en la sala de entrenamiento, encontró que ya había personas en el lugar donde ella solía entrenar.
Cada vez que cambiaba de sala, siempre resultaba que la sala estaba ocupada.
No le importó y se dio la vuelta para ir a la farmacia.
Después de unos días, las lesiones en su cuerpo, gracias a la carne que Kenny Lin le dio, casi no tenían daño interno, solo quedaban algunos moretones superficiales.
Sin embargo, el entrenamiento no era solo tormento físico; también requería de baños herbales.
La carne impregnada con energía espiritual era más efectiva que las hierbas, pero el suministro que Kenny Lin había proporcionado ya se había consumido.
Por lo tanto, solo podía recurrir a baños herbales por ahora.
Amalia compró rápidamente un montón de hierbas en la farmacia y pidió una entrega urgente de una tina de medicina, que llegó en menos de dos horas.