—Vimos a este monstruo primero. Lo habíamos estado persiguiendo antes, pero no esperábamos que se quedara sin energía y muriera a mitad de camino. No querrás robarnos la presa, ¿verdad? —La sonrisa del hombre armado tenía un borde siniestro, y él era bastante bueno distorsionando la verdad.
Los otros miembros del equipo abrieron los ojos sorprendidos, nunca esperando que Sanchia Calderón se atreviera a decir tales palabras.
¿Cómo podía estar tan seguro de que este monstruo no había sido asesinado por este hombre?
Aunque pensaban esto, ninguno de ellos quería desmontar la postura del hombre armado.
Su mirada se fijó en el cadáver del monstruo, y sus ojos solo rebosaban intención ardiente.
Si pudieran reclamar los restos de este monstruo, sería una ganancia masiva.
—Amigo, lo que mi compañero dijo es cierto. De hecho, vimos al monstruo primero —Heriberto Cabrera avanzó con calma, y se colocó hombro con hombro junto a Sanchia Calderón.