—¿Cree que una vez que llegue a la Ciudad Capital Durian Real, no podré manejar las cosas? —dijo Arturo mientras miraba fijamente al comunicador que se había desconectado abruptamente y una profunda ira comenzaba a elevarse rápidamente en sus ojos.
—Padre, se atrevió a hablarte así, ¿no teme Amalia que vayamos tras sus padres adoptivos? —preguntó Alex con cautela.
En tan solo un momento, la ira de Arturo pareció disiparse, y un atisbo de seriedad se introdujo en las líneas de su frente.
—Padre, ¿qué sucede? —preguntó Alex, cuidadoso en su enfoque.
—Amalia parece estar bastante confiada —reflexionó Arturo.
Alex estaba sorprendido
—Pero ¿no es ella muy humilde desde el principio? Antes lo era, y ahora no es nada, ¿cómo puede estar tan confiada? —dijo sorprendido.
—Nos engañó antes. Algo debe haber pasado mientras ayudaba a alguien a reparar un artefacto —razonó Arturo.
—Padre... —Alex quería decir algo pero fue detenido por la mano levantada de Arturo.