—Basta de tonterías. Si ya no quieres escucharme, te enviaré a casa —advirtió Lei Aiguo a Lei Meifen.
Lei Anlei palmoteó el hombro de Lei Meifen. —Escúchale al padre ahora mismo.
Lei Meifen no quería volver a casa aún. Ella quería quedarse. Ese joven de antes parecía no haber dejado esta Montaña Sophia aún. Ella creía que se encontraría con él en el futuro.
Luego, otro grupo se acercó. Miraron alrededor.
—Saludos. Creo que una bestia evolucionó hace poco aquí cerca. ¿Tienen alguna idea de eso? —preguntó alguien del grupo a Lei Aiguo.
—Saludos. Sí, en efecto. Hubo una bestia que evolucionó hace poco. Pero ya se ha escapado —afirmó Lei Aiguo.
—¿Saben de qué tipo de bestia se trata? —preguntó esa persona más.
Lei Aiguo no sabía si debía contarles sobre eso.
Al ver que Lei Aiguo vacilaba en decírselo, la persona entrecerró los ojos.
—Señor, debería decirnos por el bien de su gente —advirtió la persona a Lei Aiguo.
