—Quiero informarte que atrapé a alguien colándose en tu Pabellón Shanghai —reportó emocionada Han Yunru al sirviente.
—¿Qué? ¿Quién, señora? —El sirviente se alertó.
—Esta mujer. Se coló —Han Yunru señaló con el dedo a Bai Xifeng.
El sirviente miró a Bai Xifeng. La reconoció instantáneamente debido a la tarjeta de invitación dorada. No muchas personas podían tener una. Solo las elegidas podían conseguirla.
—Señora, ¿de qué habla? Ella tiene su tarjeta de invitación —dijo el sirviente.
—¿Qué? ¿Cómo puede ser? Ella... —Han Yunru no podía aceptarlo.
—Señora, por favor no pierda el tiempo de nadie aquí —El sirviente ya miraba a Han Yunru con ojos sospechosos.
—Señorita Bai, sé que me odias. Pero no puedes decirme algo así —Bai Xifeng actuó de manera lastimosa.
—Por supuesto que te odio. Eres la razón por la que nuestra familia está en tan mal estado ahora. Si solo no lo hubieras hecho... —Han Yunru no pudo terminar su frase porque Bai Xifeng interrumpió.