—No, lo siento. No podemos hacer eso —dijo Bai Xiang.
El mensajero se sorprendió cuando escuchó el rechazo. —General Bai, ¿va a desobedecer la orden de Su Majestad?
—Por supuesto que no —Bai Xiang miró al mensajero con indiferencia.
—Entonces, ¿por qué dice que no puede entregárselo a Su Majestad? —preguntó el mensajero.
—Bueno, necesita preguntarle a esa persona si él quiere servir a Su Majestad o no —declaró Bai Xiang.
—¿Qué? Por supuesto, él no podría rechazar la orden de Su Majestad —El mensajero refunfuñó.
—Pero él no es uno de los súbditos de Su Majestad —declaró Bai Xiang.
—¿Qué? —El mensajero estaba sorprendido.
—Él es un discípulo de la secta oculta. Ella salió para ganar experiencia. ¿Cree que abandonaría su secta para servir a la realeza? —respondió Bai Xiang.
—¿Secta oculta? ¿Cuál? —preguntó el mensajero.
—Bueno, yo no sé eso. Él sólo me dijo eso —Bai Xiang hizo un gesto indicando que él tampoco lo sabía.
—Entonces, permítame conocerlo —declaró el mensajero.