A pesar de haber salido de la joyería, Ye Liu no dejaba de pensar en los pensamientos locos que se habían apoderado de su mente. Era simplemente una locura tener tales pensamientos, después de todo, la mujer frente a él era la misma de hace cuatro años, todo en ella era igual que antes, pero aun así, algo era diferente en ella.
¿Y cómo llegó a esa conclusión? Bueno, no fue tan difícil cuando la persona frente a él difería tanto de sus recuerdos que ya no se parecía a la terriblemente violenta borracha.
En segundo lugar, Ye Liu había visto cómo su cuerpo reaccionaba hacia la actual Yu Dong de una manera en la que nunca lo había hecho antes. Mientras observaba su coleta mecerse en el viento, quería desatar esos suaves y sedosos mechones que estaban atados en una larga coleta con una horquilla brillante, de plata y joya roja, liberando la cascada de negrura sobre sí mismo. Cada vez que ella se volvía para mirarlo, hacía que su corazón se animara como queriendo bailar.
