Yu Dong estaba colocando la tapa en la jarra de alcohol después de probar el vino que había preparado con las uvas que cultivó en su patio trasero cuando Chen Mi llegó con Pequeño bollo en sus brazos. Después de dos meses de cuidado tierno y meticuloso, Pequeño bollo ya no era el mismo niño de aspecto enfermizo que era al momento de su nacimiento. En cambio, bajo el cuidado exhaustivo de Yu Dong, Pequeño bollo ya no era el bebé arrugado y feo, ahora era regordete y redondo, se veía adorable con su suave y delicada piel blanca, tanto que muchas veces Yu Dong lo confundía con un muñeco en movimiento.
Era tan lindo que Yu Dong encontraba imposible desviar la mirada de él. De hecho, no estaba sola, muchos aldeanos se quedaban mirando a Pequeño bollo cuando Chen Mi lo sacaba a pasear.