Las heridas de Lang Hui eran muy graves, sus órganos internos estaban gravemente dañados como si algo realmente pesado hubiera caído sobre su cuerpo. Incluso con sus poderes espirituales, a Yu Dong le estaba costando trabajo controlar la hemorragia.
—¡Aquí! He traído el agua caliente —Ye Liu fue el primero en llegar con Shen Li, quien lo seguía de cerca con un montón de ropa limpiamente lavada.
—Limpia sus heridas adecuadamente y dime si hay alguna herida supurante —dijo Yu Dong mientras continuaba infundiendo su energía espiritual en el cuerpo de Lang Hui, formándose una delgada capa de sudor en su frente. Sus ojos evaluaban cuidadosamente la condición de Lang Hui: intestinos aplastados y sangrando internamente, un corte diagonal agudo bajo el abdomen y todavía tenía un clavo incrustado en su espalda—. Mierda! Incluso si intentara hacerlo lo menos doloroso posible, el niño todavía tendría que sufrir.
