Yu Mai caminaba a cuatro patas desconsolado, con una sola idea rondando su mente: si su hermana mayor no lo golpeaba, el bebé no se iría; si el bebé no se iba, tendría que dar a luz... y si lo hacía... ¡lo llamarían sinvergüenza! ¡Snif! ¡Él no era un sinvergüenza! Era un buen niño, pero ahora, por un solo error de dormir con Lang Ru, ¡se convertiría en un niño malo!
Si se convertía en un niño malo, entonces a su hermana no le gustaría y sus cuñados también lo odiarían… ¡nadie en la aldea jugaría con él! Yu Mai sentía que pronto lo iban a relegar a un rincón.