Yu Dong estaba atónita, no sabía qué decirle ni a Chen Mi ni a Yu Mai, solo pudo darle una palmada en la espalda a Chen Mi y mirar a Yu Mai, quien estaba detrás de Chen Mi con aire de quien se sacrifica por el bien mayor.
—... —¿Qué significaba esto? ¿Qué diablos le pasó a Yu Mai cuando salió a trabajar?
Yu Dong calmó a Chen Mi durante unos minutos y, una vez que se tranquilizó, curó las heridas superficiales que recibió al salvar a Yu Mai de sus constantes ataques de auto-tortura. Una vez terminado, revisó a Chen Mi minuciosamente y luego le dio una palmada solemne en la espalda.
—Ya estás bien, deja de llorar ahora —luego pensó en algo y agregó—. Portate bien, luego te haré pudín de mango.