—Y allá va —suspiró Shen Li mientras observaba a Yu Dong lanzarse sobre Heng Xinchen. Esperaba que ella no hiciera eso, había escuchado todo de Ye Liu, cómo Yu Dong había respondido a la amenaza la última vez que los aldeanos intentaron acorralarla. Aunque Yu Dong era relajada, no estaba tan relajada y cómoda como todos pensaban, no reaccionaba bien ante una amenaza —para ella el mundo era simple, no la molestas, ella no te molesta. Pero si vienes a golpearla entonces —era jodidamente inevitable que el primer golpe fuera suyo.