Esa noche, la habitación de Yu Dong estaba llena de risas y risitas infantiles. Yu Dong le hacía cosquillas en la barriguita a Bollo Pequeño, y este se reía alegremente cada vez que su madre le rozaba la nariz en la barriga.
Yu Mai, el sensato Tío Pequeño, no molestaba a su hermana mientras ella compartía ese momento con su hijo. Simplemente se recostó en su lado de la cama y observó a su hermana jugar con su sobrino.
Su sonrisa nunca abandonó su rostro. Durante el tiempo que trabajó en el restaurante nunca pensó que llegaría el día en que se acostaría junto a su hermana y observaría una escena tan encantadora.
Incluso sus sueños estaban llenos de oscuridad, pero ahora, sus sueños estaban llenos de luz. Tenía tres cuñados que lo abrazaban para dormir cuando tenía miedo.
Y su hermana siempre le preparaba comida deliciosa cuando estaba triste. Con eso solo se sentía satisfecho y, lo más importante, le daba un poco de vergüenza competir con un bebé por la atención de su hermana.