La señora Tian era una mujer sombría. Era delgada y desnutrida porque quería ahorrar tanto dinero como fuera posible y hacía recortes donde podía y aún vivía. Su familia a menudo comía panqueques hechos de grano grueso sin ningún acompañamiento. Ahora que estaba mirando a la abuela Fang con una mirada llena de odio, parecía realmente aterradora, como un monstruo en la oscuridad.
—¿Estás loca? ¿Has enloquecido por tu vejez que estás diciendo disparates? ¿Cuándo tu hija salvó a mi hija? Mi hija es una orgullosa pescadora. Ha heredado todas mis habilidades. ¿Desde cuándo las chicas campesinas normales comienzan a salvar a pescadoras hábiles del mar? ¡No tienes pruebas y estás diciendo tonterías solo porque estás molesta conmigo! Ya tienes sesenta o setenta años. ¡Más te vale temer a Dios y dejar de mentir! Al hacer y decir tales cosas, quién sabe, tal vez morirás temprano.
