Cuando Huo Yu'an regresó a casa después de la inyección, Madre Xiao ya había llegado. Estaba sentada erguida en el sofá, su expresión era fría.
—Lo siento, mamá. Primero voy a cambiarme de ropa. —dijo.
—¿No viniste a casa anoche? —Madre Xiao frunció el ceño mientras seguía a Huo Yu'an.
—Me desmayé anoche, y no había nadie en casa que me cuidara. Después de despertar, llamé al número de emergencias y fui al hospital para que me pusieran un suero. Acabo de llegar a casa. ¿Qué pasa? —Huo Yu'an se había cambiado a ropa limpia, pero el suero en el dorso de su mano era evidente.
Madre Xiao sabía que Xiao Huaixing vivía una vida despreocupada en el extranjero, por lo que admitió que estaba equivocada.
—¿Por qué me llamaste aquí? —preguntó.
