Arabella realmente se sentía mal por su esposo. Los últimos días, cada vez que él la acompañaba a su habitación, Fernando se iba de mala gana después de darle un beso de buenas noches.
Pero fue Raymond quien prohibió completamente a Fernando entrar en su habitación. Esto complicaba las cosas para Fernando, ya que le gustaba dormir a su lado.
Estar a su lado por la noche y poder abrazarla mientras dormía, al parecer lo reconfortaba. Por lo que ahora que no podía, aunque estaba en el palacio, sentía mayor añoranza por ella.
Fernando rodeó su rostro con las manos y la miró fijamente. El anhelo en sus ojos era muy fuerte. Solo con mirar sus ojos, ella quería abrazarlo y darle algunos besos para hacerlo sentir un poco mejor.
Arabella estaba con los ojos muy abiertos cuando él acarició sus labios con su pulgar. Se inclinó para besarla.
Consciente de las otras personas con ellos, se apartó y echó un vistazo a Rendell y a sus criadas.
