—¿Es esta una de las razones por las que Su Majestad estaba tan enamorado de ella? —se preguntaba Alwin.
Arabella sintió que alguien le tomaba la mano. Era Fernando. Y por alguna razón, sus ojos brillaban.
—Ah, ciertamente lo era. Es una pena que ella cambiara tanto con el paso de los años —Alwin puso los ojos en blanco ante lo que estaba presenciando.
«Los humanos cambian más rápido que el viento, Alwin», quería decir ella. Para seres de vida tan larga como él, el cambio debe de ser demasiado rápido.
Arabella se sobresaltó cuando Fernando besó el dorso de su mano frente a todos.
«¿¡Qué está haciendo?!», quería regañarlo pero no se atrevía ya que había otras personas viéndolos. Podría causar todo tipo de rumores nuevamente si lo regañaba por una cuestión tan simple como esta.