```
—Como desees, mi amor —Fernando tomó su mano y la besó.
—¿Mi amor? —ella se sobresaltó cuando él besó el dorso de su mano otra vez.
—Me encantaría castigar a cualquiera que te haga enfurecer —dijo él.
—G-Gracias —ella trató de liberar su mano, pero Fernando emitió un sonido gutural en su garganta, así que ella se detuvo.
—No me rechaces. Por favor, permíteme hacer al menos esto. Quiero al menos sostener tu mano y besarte aunque aún no podamos consumar —suplicó Fernando.
—Claro. Lo siento. Solo me sorprendí —respondió ella.
Fernando la miró de nuevo.
—[¿Se habrá aterrorizado con la idea de consumar debido a lo que vio en la habitación de Gulliver? ¡Ese bastardo! Voy a hacerlo pedazos si ha traumatizado a mi esposa hasta el punto de nunca consumar conmigo.] —pensó Fernando.
—Puedo llamarte simplemente por tu nombre, ¿verdad? —preguntó Fernando.