—Me sorprendió que Su Majestad pudiera dar órdenes con tal autoridad en su voz. Pero, independientemente, siempre acataré sus órdenes, Su Majestad —Rendell inclinó su cabeza—. Además, también estaba deseando darles su merecido a esos mercenarios.
—Ya veo. Eso es un alivio. Gracias, Rendell.
—Es un placer, Su Majestad.
Ella miró a Alwin a continuación.
—No pretendía mandarte así tampoco. Solo me permitieron hacerte teletransportarme ya que tengo el permiso de Su Majestad. No pretendía dar órdenes como si fuera Fernando.
Si Alwin la odiaba más, no podría convertirlo en su aliado. Necesitaba su conocimiento y poder.
[Hmph. ¿Por qué se disculpa después de que ya nos dio órdenes? No es como si pudiera retirar sus órdenes después de que ya obedecimos.]
—Realmente no se contiene, ¿verdad?