—Su Majestad, ¿deberíamos ir a otro lugar? —Ramón le cubrió los ojos con la palma sin atreverse a tocar su rostro.
—No. Necesito ver esto. ¿Por qué esas señoras me resultan familiares?
[¿Familiares? ¿Las había visto antes?] Ramón estaba confundido.
Arabella, mientras tanto, todavía intentaba recordar quiénes eran.
Ella se sobresaltó cuando Gulliver sacó un látigo y azotó sin piedad a una de las damas.
—Su Majestad, no debería ver una escena tan perturbadora —Ramón advirtió nuevamente y preparó su mano para cubrirle los ojos otra vez si ella lo permitía.
[¿Y si ella asumiera que este tipo de cosas eran normales en el Imperio? Podría aterrorizarse de Su Majestad de nuevo. Su Majestad me mataría si permito que Su Majestad lo malinterprete más.]