—¿Sabías que realizaría el ritual así que te teleportaste aquí en lugar del palacio, verdad? —preguntó Fernando a Alwin.
—Sí, mi señor. Sería mejor realizarlo aquí donde está más cerca de los dioses —explicó Alwin y Arabella observaba nerviosa a los dos.
«¿Qué van a hacer? ¿Realmente intentarán revivirme? Pero ¿por qué he renacido en mi segunda vida en su lugar? ¿Es así cómo funciona?»
—Mi señor, por favor permítame realizar primero el ritual de la raza élfica. Si fallo, entonces mi señor puede realizar el ritual de la raza de los dragones —Alwin se arrodilló y Fernando lo miró fijamente.
—Arabella es mi esposa Alwin. Yo debería ser quien realice un ritual de resurrección.
—Pero los riesgos, mi señor. Si algo te sucede, el joven maestro estará muy triste.