—¿¡Estoy dejando que un Fernando sin experiencia se salga con la suya conmigo?! —Arabella de repente quiso tomar control de esta situación de alguna manera después de confirmar por los pensamientos de su marido que él no tenía experiencia previa con el sexo.
Su orgullo no le permitiría ser la que fuera provocada de esta manera cuando se suponía que ella era más experimentada en este asunto.
—Deja de tocar ahí —sostuvo su muñeca e intentó quitar su mano de su entrepierna. Pero él no se movió en absoluto.
—¿Por qué? ¿No puedo? ¿No está permitido? —Fernando preguntó con una mirada tan desolada en su rostro. Estaba haciendo inocentemente ojitos de cachorro hacia ella.
—¡Eso es hacer trampa! ¡No me mires así! —Era tan injusto que apelara tan adorablemente.
—¿También le enseñaron cómo ser así? —Tenía que preguntarse si lo estaba haciendo a propósito. Pero sus pensamientos eran sinceros.