—Gracias, Roxy. Lo aprecio.
—No, no, está bien —dijo la mujer frente a la periodista, una dama de cabello negro rizado, labios llenos y ojos amables, mientras se hacía a un lado, dándole la bienvenida a su hogar—. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.
La casa de Charlotte había sido incendiada.
Solo gracias a la Velocidad que había adquirido recientemente, Charlotte había logrado salir.
Pero, la mayoría de lo que poseía había sido destruido.
Logró meter algunas cosas en su Inventario, justo antes de salir corriendo de su casa. Su portátil, su teléfono, su televisión.
Sin embargo, no pudo llevarse nada más antes de tener que tomar la decisión ejecutiva de priorizar su vida sobre sus bienes.
Y ahora, estaba aquí, en la casa de un ex, huyendo del grupo que acababa de fallar en su intento de quitarle la vida.
—¿Estás segura de querer dejarme quedarme aquí? —Charlotte no pudo evitar preguntar—. Después de todo, hay un grupo de asesinos detrás de mí.
