—Debo decir, si estás guardando algo importante para ti, es bastante vergonzoso, Neve. —Erin frunció el ceño mientras se deslizaba hacia donde estaba Neve. En cuanto vio las flechas, su tono se suavizó—. ¿Estás bien, sin embargo?
—Estoy bien —respondió Neve—. Solo... espera, ¿qué estás haciendo?
Erin se detuvo justo cuando había comenzado a rodear una de las flechas con la mano. La segunda que había sacado, que su cuerpo aún no había extraído.
—¿Eh? Voy a sacar la flecha.
Lo dijo con un tono ligeramente confundido, como si sus acciones deberían haber sido obvias.
—No, no necesitas hacerlo. Estaré bien.
—¿Qué? Tonterías —respondió Erin—. Te han disparado con una flecha. La punta podría soltarse en tu cuerpo ahora mismo. Honestamente, estoy impresionada por lo poco que pareces estar sufriendo, pero debemos extraerla antes de que corte tus órganos internos.
—No, en serio, confía en mí —respondió Neve—. Solo espera un momento.
