Nota del autor: Advertencia, lee bajo tu propio riesgo.
Después de esquivar durante más de unos meses, el sol de otoño finalmente saltó del horizonte donde tanto el agua como la luz del sol se fusionaron. Miles de nubes rojas se cernían sobre él tratando de ocultar una vez más el brillante resplandor rojizo del sol debajo de ellas —juntas hicieron un hermoso velo multicolor.
Hoy era un raro día soleado pero Su Wan, quien dormía junto a Lin Jing, se despertó con una sarta de maldiciones. Su cintura le dolía tanto que pensaba que se iba a desprender de su cuerpo, la noche anterior todos amaron el perfume de crema y también la alabaron hasta la luna. Su Wan pensaba que había desviado con éxito su atención del incidente de la tarde pero en el mismo segundo en que Lin Jing y ella entraron al cuarto —Lin Jing cerró la puerta detrás de él y la trajo a sus brazos.