Erick cayó sobre la hierba —No puedo creer que lo logramos —lloró mientras rodaba.
Extendió sus manos y miró hacia el brillante cielo, tomando una profunda respiración, sus manos rozaban contra la hierba.
—¿Nunca puedes comportarte correctamente? —preguntó Damon.
Erick se sentó de inmediato, sus ojos lanzando dagas a Damon —Solo porque ahora eres jefe de guardia, no significa que puedas hablar conmigo de esa manera condescendiente.
—Así es como siempre te he hablado.
—Ya basta, me alegra ver que todavía tienes energía para bromear, supongo que no los presioné tanto —regañó Jael.
Estaban de pie en el recinto de su castillo. Habían pasado por el lado de la cerca en el que el trabajo no había comenzado ya que esto estaba más cerca de la puerta principal.
Las estrellas en el cielo parpadeaban sobre ellos y Jael dejó correr su mirada. Estaban detrás de algunos arbustos y árboles. Estaba seguro de que nadie era consciente de su presencia aún.