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—Mauve —susurró él— y dio un paso adelante. Mauve retrocedió un paso aunque la distancia entre ellos era al menos de quince pies. —¿Puedo ayudarte? —Su voz sonó más débil de lo que quería.
—Solo quería hablar contigo —respondió él, avanzando dos pasos.
Ella había visto la manera en que la miró en la mesa, no había forma de que solo quisiera hablar. Ella no sabía qué quería y siendo honesta, realmente no le importaba.
Ya era suficientemente estresante que un vampiro le hablara, y más aún uno tan escalofriante como Corbin. Podía sentir cómo su corazón latía más fuerte, su miedo alimentando sus pulsaciones. Eso la mareaba y se agarró a los ladrillos que sostenían sus flores. Todavía estaba cansada, no tenía energía para lidiar con esto.
—¿Sobre qué? —Su voz sonó firme, lo cual la alegró.
Él avanzó un paso y Mauve apretó aún más el soporte, ya que no podía retroceder más.
—Bueno —él se aclaró la garganta y dio otro paso adelante.