—¿Sucede algo, Mill? —preguntó con frialdad—. Un sirviente acaba de estar aquí.
Sus ojos se desplazaron para mirarla de pie junto a la puerta sin mover su cabeza y Mill sintió que todo su valor se escapaba por la ventana.
—Ah, no señor —dijo Mill apresuradamente—. No estaba segura si el sirviente le informó que Mauve está despierta, así que decidí venir a decírselo yo misma.
—Sé que ella está despierta —él dijo y apartó la mirada de ella.
—Yo no lo sabía —dijo Mill con la cabeza baja—. Ella también me dijo que te lo comunicara, por eso quería pasar el mensaje.
—Ya veo, ¿hay algo más?
Mill negó con la cabeza. No sabía qué más decir y por la tensión en la habitación, era mejor si se marchaba lo más rápido posible.
—Eso es todo, señor —dijo ella y comenzó a salir.
—¿Cómo está ella? —preguntó él cuando llegó a la puerta.
Mill se giró de inmediato —Mejor, su color aún no ha vuelto completamente y sus ojos parecen hundidos pero puedo decir que lo peor ya pasó.