Jael saboreó el miedo y era amargo en su lengua. «¡Mauve!» Su voz resonó en el bosque mientras se apresuraba hacia ella.
Su mente temía lo peor y el pensamiento de ello aceleraba sus pasos. Se dejó caer en el suelo junto a ella. Podía oír su corazón latir cuando se acercó lo suficiente. No sonaba alarmantemente bajo.
La levantó del suelo y la sostuvo en sus manos. Su ropa estaba empapada en sangre. Su brazo derecho estaba sangrando y parecía que el corte llegaba hasta su hombro derecho. Podía decir que el corte era profundo.
Sin embargo, ese no era el único problema, él podía oler al Paler, miró a su alrededor pero no vio nada aunque sabía que no había ido lejos y que todavía estaba rondando por ahí.
«Mauve,» la llamó de nuevo y ella gimió en sus brazos. Estaba consciente pero no lo suficiente como para formar una frase audible.