Mauve sintió como el vapor salía de su cabeza mientras observaba el papel flotar por el aire y aterrizar en la cama. Desvió la mirada del papel hacia la puerta.
Erick caminaba hacia la puerta, luchó contra el impulso de lanzarle el libro que estaba leyendo en la nuca. Sin embargo, se rió al pensar cuál sería su reacción si lo hacía.
De repente, él se giró hacia atrás, habiendo escuchado su risa. Ella se detuvo y lo miró fijamente. Él lentamente se giró y abrió la puerta. Mill estaba al otro lado con una bandeja de comida.
—Erick —dijo Mill. No parecía sorprendida de verlo, lo llamó por su nombre como un reconocimiento.
—Mill —él dijo y pasó por su lado sin darle una segunda mirada.
—Mauve —llamó Mill y cerró la puerta detrás de ella.
—Mill —respondí—. Me alegra verte.
—Igual aquí. ¿Cómo te sientes? —preguntó mientras se acercaba a donde estaba Mauve.
—Estoy bien. Es solo un rasguño. No voy a enfermarme por una lesión en la mano, Mill —Mauve dijo con una sonrisa débil.