Mauve despertó con Jael besándola, le tomó unos segundos reaccionar pero solo porque su cerebro no podía comprender lo que estaba sucediendo. Podía sentir sus colmillos contra sus labios mientras su palma cubría su pecho. Gimió a pesar de estar medio despierta.
Él deslizó sus manos bajo su vestido y sus ojos se agrandaron. Cualquier ápice de somnolencia que tuviera se evaporó inmediatamente. Sus manos frías contra su piel la hacían sentirse toda melosa por dentro y ella se sintió calentarse hacia él. Mauve cerró la mano mientras él cubría una de ellas con su palma. Lo besó de vuelta para aplacar su reacción.
Sintió su mano moverse hacia abajo y sus ojos se abrieron de golpe, él se movió aún más abajo y ella sintió que todo su cuerpo se paralizaba. Jael estaba fuera de ella y de la cama antes de que pudiera reaccionar. Parpadeó, aún aturdida para entender completamente la situación.
—¿A dónde vas? —preguntó, sin aliento. No entendía por qué era tan difícil respirar mientras besaba.