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Mauve dejó que Jael la ayudara a entrar en la bañera, de alguna manera se habían quitado la ropa pero no antes de que Jael hubiera pasado sus manos por todo su cuerpo.
Se hundió en el agua y suspiró ruidosamente mientras el agua tibia tocaba su piel. Se sentó en la bañera y observó a Jael entrar al agua detrás de ella. En cuanto se acomodó, él le acarició el pecho.
—Jael —lo llamó, intentando quitar su mano de su pecho.
—Deja de resistirte —murmuró él directamente en su oído—. Estoy ayudándote a limpiarte.
—No creo que se lave apretando —murmuró ella.
—Entonces, ¿cómo sacarías el agua? —dijo él, lamiendo su oído.
—No soy un trozo de tela, Jael.
—Por supuesto que no, eres mucho MUCHO más que eso.
Mauve se rió mientras él recorría con su lengua el costado de su cuello. Ella arqueó la cabeza hacia un lado, permitiéndole acceso.