—Levanta las manos —ordenó ella.
Los ojos de Jael brillaban pero no intentó quitar sus manos del cuerpo de ella.
—Jael —lo llamó ella con molestia—. No puedo quitarte la camisa, será tu culpa que lleguemos tarde.
—Sourpuss —susurró él entre dientes.
—No lo soy —dijo Mauve, de alguna manera la palabra la molestaba más de lo que debería y sabía que era porque él le había llamado así en una situación similar.
—¿En serio? —preguntó él, sus ojos brillando. Mauve podía decir que estaba tramando algo.
—Ya dije que no lo soy, no tengo que repetir... El resto de sus palabras se ahogaron cuando un suspiro escapó de sus labios, seguido de un suave gemido.
La mano de Jael agarrando su trasero se deslizó hacia abajo y hacia su frente, sus dedos rozando sus partes sensibles.
—Jael —gritó ella, soltando su camisa mientras se apoyaba en él para sostenerse.
Él frotó sus dedos alrededor de sus pliegues y ella cerró las piernas, sus dedos enviando descargas de electricidad por todo su cuerpo.