—¿Está seguro de eso? —preguntó Jael en su oído—. A mí me resulta absolutamente cómodo tener audiencia, pero no creo que a ti te pase lo mismo. —Mientras hablaba, rodeaba con sus palmas su pecho, acariciando su busto.
Los ojos de Mauve se abrieron de par en par cuando la puerta se abrió lentamente, intentó salir de entre sus piernas pero él la mantuvo quieta, sus manos presionándola contra su cuerpo. Sus labios descansaban en su cuello y sus colmillos rozaban ligeramente su piel.
—Jael —exclamó ella y trató con fuerza de zafarse, pero él no la soltaba.
Yasmin entró y se giró para cerrar la puerta. Se acercó a la cama con la cabeza levantándose lentamente para mirar a Mauve.
—No estaba segura de si necesitábamos más lana así que quería confirmar con... —En cuanto sus ojos se posaron en Mauve, las palabras se le murieron en la garganta y se quedó paralizada en su sitio. Una expresión de horror cruzó por su rostro, sin embargo, se recuperó rápidamente y bajó la cabeza.
