—Bueno, si hubiera sabido que tendría una vista así, te hubiera pedido que me quitaras los zapatos todas las noches —dijo y se sentó derecho.
Mauve apartó la mirada de él. No había manera de que pudiera mirarlo directamente a la cara después de que él dijera algo así.
—No soy tu sirvienta —murmuró ella, aún mirando hacia otro lado.
—Por supuesto que no —él sonó más cerca.
Ella soltó un gritito cuando de repente fue tirada hacia adelante. Lo siguiente que supo es que estaba inmovilizada por las muñecas en la cama con Jael sobrevolándola. Era molesto lo ligera que era porque Jael ciertamente aprovechaba eso.
Ella lo miró y sus ojos brillaban de vuelta a ella. Se dio cuenta de que él no tenía puesta la camisa, ¿cuándo se la había quitado?
De repente él cae hacia adelante pero aterriza al lado de ella mientras suelta sus muñecas. Se apoya en su codo derecho y la mira fijamente.